Con Fragmentos de antropología anarquista, trabajo que data de
2004, Graeber se hace una primera pregunta y es por qué existen tan
pocos anarquistas en el mundo académico en una época en la que las ideas
libertarias se encuentran en auge. A pesar de que los movimientos
inspirados en el anarquismo se suceden, eso no tiene un reflejo en las
universidades. Siempre teniendo en cuenta la complejidad y los muchos
matices que tiene luego la realidad, el autor llega a la siguiente, y
tremendamente interesante, conclusión: mientras el marxismo es un
discurso teórico analítico sobre la estrategia revolucionaria, el
anarquismo tiende a ser un discurso ético sobre la práctica
revolucionaria. La conocida y respetada máxima dentro del anarquismo de
buscar una coherencia entre medios y fines conduce inevitablemente a
unas inquietudes libertarias dirigidas a las formas de práctica; esa
coherencia, que trata de anticipar en la vida diaria la sociedad
anarquista futura, no encaja demasiado bien en una institución arcaica
como la universitaria. Cuanto menos, un profesor anarquista debería
cuestionar el funcionamiento de la institución universitaria y eso solo
puede llevarle a multitud de problemas.
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