Desde comienzos de los ochenta, las políticas de ajuste estructural fueron introducidas en el Sur para llevar a cabo las “reformas” que solucionarían sus dificultades históricas para alcanzar el desarrollo. Sin embargo, las recetas ortodoxas de estabilización y ajuste estructural no contribuyeron a la resolución de los problemas, sino que por el contrario, se convirtieron en factores que profundizaron la dinámica de las crisis y empeoraron la situación en la mayoría de los países del Sur, reforzando las dificultades existentes y generando otras nuevas. En este proceso de ajuste, las Instituciones Financieras Internacionales (IFI`s) jugaron n rol clave de carácter dual. Por un lado, un rol económico, promocionando e implementando la agenda neoliberal en un amplio espectro de mercados e instituciones económicas. Por el otro, asumieron un rol político, ayudando a “disciplinar y alinear” a los gobiernos nacionales dentro de los estrechos límites establecidos por el Consenso de Washington. En este contexto, las instituciones financieras se convirtieron en canales críticos para permitir la ingerencia de una estructura hegemónica internacional –liderada por fuerzas políticas y económicas globales- en el diseño de políticas y agendas domésticas de estados supuestamente soberanos, creando nuevas formas de subordinación y control. Consecuentemente, el abandono de las políticas ortodoxas se ha convertido en un asunto crucial para el futuro de la democracia y el desarrollo en el Sur.
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